Volvió a mirarse una vez más en
el espejo de cuerpo entero de su dormitorio y decidió que esa noche iba a
divertirse de verdad. Hace ya tiempo que Irene no se dedica a la mundanidad y a
la vida social. Absorta en su trabajo, va quemando tiempo en ello sin apenas
darse cuenta y los días parecen pasar tan sólo para que llegue el fin de semana
o el rato de lectura o de oír música en el confort de su casa a última hora del
día. Es una vida rica en lo personal, en su interioridad personal, pero Irene piensa
que no tanto en lo que se refiere a la vida propiamente dicha, al movimiento de
la vida y de las personas, al trato de la amistad compartiendo ideas y
experiencias, ese… apenas lo frecuenta fuera de Carmen- y eso porque viven en la
misma ciudad y en el mismo barrio- o del círculo de trabajo. Eso es poco, Irene
lo reconoce y, aunque no teme en absoluto la melancolía, no deja de reconocer
que en algún momento tendrá que romper con esa rutina del encerramiento cómodo,
de las cosas en su sitio, de la reconfortante repetición de actitudes conocidas
y previsibles. Si no, corre el riesgo de empequeñecer su vida sin darse cuenta.
Tiene que viajar a su ciudad natal aprovechando ciertos momentos porque, si
no, en poco tiempo va a acabar por perder
algunas amistades que aprecia verdaderamente. El tiempo no pasa en balde, la
distancia no es el olvido, como dice el bolero, pero sí que borra pistas,
detalles, gestos que hacen una relación más fluida, que permiten remontar una
conversación sobre el tiempo transcurrido sin deterioro aparente. Esa cosa tan
grata que es el reencontrar a alguien a quien tienes verdadero afecto, de quien
sientes cercanía y darte cuenta de que, apenas empiezas a hablar o a reír con
él o ella, todo está donde lo dejasteis la última vez y todo tira adelante
desde allí hasta ahora y sigue fluyendo. Irene sabe que una debe cuidar lo que
quiere y moverse hacia lo que desea; si no, la distancia puede hacerse
insalvable y hacer que la amistad degenere en cortesía, en cumplimiento social
o en dependencia y soledad.
TARTA MUSGO
Ingredientes:

5 huevos
medianos.
200 grs de azúcar.
220 ml de aceite de girasol.
350 gr de espinacas frescas (sin pedúnculos).
2 c.s de zumo de limón.
La piel rallada de un limón.
100 grs de harina de almendra.
50 grs de coco rallado.
50 grs de harina de todo uso.
1 c.c de levadura (tipo royal).
1 c.c de bicarbonato.
Una pizca de sal.
Para la crema de mango:
La pulpa de un mango maduro.
250 gr. De queso Mascarpone.
2 c.s de azúcar
(opcional).
¼ vaso de leche.
2 láminas de gelatina (remojadas en agua fría).
Para decorar: frambuesas, hojas de melisa frescas, flores de
albahaca, brillantina comestible.
Elaboración:
Le quitamos el tallo a las hojas de espinacas, las lavamos y
secamos. Trituramos las hojas de espinacas con ayuda de la batidora o thermomix
y reservamos.
Batimos los huevos con el azúcar (mejor con las varillas
eléctricas) hasta obtener una crema esponjosa. Vertemos el aceite en
esta crema y batimos un poquito más.
Añadimos las espinacas, el jugo y la ralladura de limón y lo mezclamos
todo bien.
Incorporamos las harinas, el
coco, la levadura y el bicarbonato y lo integramos todo con movimientos suave.
Esta masa la vertemos en un molde rectangular (el mío es de 25 X 35) forrado
con papel de hornear y horneamos en horno precalentado a 165º unos 45 minutos
aproximadamente o hasta que al pinchar el bizcocho con un palito este salga
limpio.
Dejamos enfriar la masa en el molde antes de proceder a decorarlo.
Crema de mango:
Ponemos a remojar las 2 hojas de gelatina (mínimo 5
minutos). Mezclamos la pulpa de mango con el queso con ayuda de la batidora. Calentamos
la leche en el microondas unos segundos (que esté caliente pero no que hierva)
en la leche desleímos la gelatina previamente muy escurrida y esto se lo
añadimos a la crema de mango. Pasamos la crema al congelador para acelerar el
proceso de gelificado.
Cuando el bizcocho esté completamente frío (quedará con la
textura de un brownie) le recortamos los bordes y los guardamos desmigados para
decorar posteriormente nuestra tarta. Cuando la crema de mango tenga una
textura lo suficientemente firme, la colocamos sobre el bizcocho y sobre la
crema ponemos las migas que habíamos reservado.
No sabe para nada a espinacas, predominan los
sabores del coco y el limón. Si quieres una textura más abizcochada debes
añadir 75 grs más de harina.
Está muchísimo mejor al día siguiente.
Decoramos al gusto.